Cesar Quintero
Co-Fundador EGM™. Master Business Coach, acompañando a empresas con escala internacional y facturación millonaria. Creó su propia firma de coaching de negocios que superó los 2 millones de dólares en el 2023. Emprendedor en serie con 4 empresas que han superado $1,000,000 USD cada una. Además, es graduado y Emprendedor en Residencia del MIT Entrepreneur Masters Program y speaker internacional potenciando a empresas y emprendedores a alcanzar su máximo potencial.

El poder de la pausa

Al igual que en la música, las pausas en la conversación y particularmente en la interacción que se establece entre el coach y su cliente, resultan imprescindibles.

Las pausas a favor o en contra

Bien empleadas, las pausas sostienen cada frase que nos interesa que se entienda, que impacte en la mente de nuestro cliente y que le sea inevitable reflexionar sobre ella.

Además, cada silencio, por breve que sea, en nuestra conversación crea espacios de sentido, impide que los significados se atropellen y terminen siendo entendidos parcialmente o, en el peor de los casos, malentendidos.

En cambio, las pausas mal manejadas, colocadas a destiempo y sin la duración adecuada pueden resultar perjudiciales en una conversación. Si duran demasiado luego de un comentario o una pregunta de nuestro cliente, puede que demos la sensación de no saber qué responder, de no haber entendido la pregunta o de habernos distraído.

Además, si abusamos de las pausas, la conversación puede perder dinamismo y fluidez, tornarse aburrida y hasta causar desconcierto en nuestro cliente.

La importancia de crear espacio para nuestro cliente

Si eres un coach como yo, que te encanta rellenar esos espacios de silencio con palabras, eres extrovertido y te encanta echar cuentos e historias para que la gente se sienta involucrada en el proceso, cometemos el error de subestimar el poder de las pausas.

Cuando hacemos una pregunta y el cliente no responde es importante dejarle el espacio para que pueda pensar y responder, en vez de continuar hablando y, peor aún, hacerle otra pregunta.

Como coaches, las pausas nos permiten afianzar y poner en práctica ese imprescindible papel de espejos que debemos adoptar en el proceso de coaching.

Nos dan la oportunidad de reflexionar y reflejar exactamente lo que nos dice el cliente y devolverle su imagen para se responda a sí mismo y llegue a sus propias conclusiones

No seas ese tipo de coach que por querer caer bien o alimentar su relación con el cliente no para de hablar y establecer una charla incesante, en vez de escuchar con atención y entender profundamente.

Si no estamos seguros y no hemos elaborado lo suficiente lo que vamos a decir, una pausa breve nos ayudará y bastará para reorganizarnos.

Como puedes notar las pausas son útiles y poderosas. Así que te motivo, como coach, a que la próxima vez que te sientas incómodo con una pausa, lo tomes como un reto y deja que sea la antesala a respuestas valiosas e interesantes por parte de tu cliente.

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